domingo, 25 de noviembre de 2018

Pero mientras tanto, seguimos corriendo...

¡Hola a todos! Bienvenidos de nuevo, ya hacía tiempo que no me sentaba enfrente del ordenador a jugar a ser escritor. Lo echaba de menos. Mi pequeña ausencia se debe a que, a finales del mes de octubre, mi ordenador dejo de funcionar, lo encendía y según accedía al escritorio, la pantalla se ponía en vertical y a los pocos segundos todo se volvia negro. Unas risas… Al principio decidí esperar para ver si era simplemente una falta de batería pero, desgraciadamente, no fue así,. Lo llevé a una tienda de aquí, sin entender muy bien qué había pasado; el ordenador lo compré hace cuatro meses y nunca se ha llevado un golpe, de hecho, solo lo uso dos veces al mes para escribir este mismo blog. En la tienda no consiguieron nada y la única solución fue mandarlo de vuelta a Espana esperando que la garantía pueda hacer algo. El problema es que los ordenadores americanos no tienen un teclado apto para escribir en español, lo que es lógico; no hay tildes, no hay acentos de ningún tipo, no hay eñes… Y así me he pasado todo el mes de noviembre, sin poder desahogarme a través de las letras, lo he aguantado hasta que ya no he podido más y he decidido usar un ordenador americano a pesar de que me lleve el doble de trabajo publicar una entrada. Toda esta situación me ha llevado a sacar una conclusión, el tiempo pasa muy rápido, mucho más rápido de lo que a mí me gustaría, pero también me alegra saber que no he parado de hacer cosas de todo tipo; hace diez minutos, cuando me puse a revisar mis notas y vi que en esta entrada tengo que comentar los primeros detalles de PROM o el huracán de sentimientos de Senior Night; y que todo esto paso hace solo un mes me planteo si el paso del tiempo también varía en U.S.A., igual que ocurre con las millas y los grados farenheit; todos estos momentos parecen tan lejanos.

A finales de octubre, tuvo lugar uno de los eventos deportivos más esperados del año, el partido de Civil War, donde los equipos de fútbol americano de los institutos de la ciudad se enfrentan para conseguir el preciado honor de ser el campeón. Cómo no, detrás del partido, estamos los estudiantes de Leadership; cada instituto diseña una camiseta con motivo del encuentro, el objetivo de las camisetas es desmotivar al contrincante haciendo burla al otro high school, el sentimiento de pertenencia es enorme. El día del partido, se respiraba la tensión en los pasillos del R.A. Long; en el entrenamiento, nadie era capaz de concentrarse, todos esperábamos que la campana de la torre del reloj diera las siete. Cuando sonó la séptima campanada, saltaron bombas de color que tiñeron las gradas de rojo o azul, dependiendo del colegio; o eso me dijeron porque yo, como buen español, llegue tarde. Disfruté del partido con mi familia de Cross Country, los demás exchange students y alguno que otro senior. Al final perdimos, pero sé que valió la pena ir porque aún sigue tronando en mi cabeza el barullo de las gradas.

Esta quincena, algunos de los atletas de Cross Country y yo fuimos a hacer community service a uno de los bancos de comida de la ciudad, ese día hizo un frío horrible pero pasé un buen rato con mis amigos repartiendo yogures griegos y limonada. Después de un corte de pelo, con su respectiva charla con la peluquera, salimos hacia la casa de Marina, que celebraba una fiesta de Halloween, el tema era Harry Potter. Sus padres se molestaron un montón decorando y organizando juegos, búsquedas del tesoro y demás; parecía que estábamos en Hogwarts de verdad, hasta la comida estaba sacada de los libros. Tras comer tal desmesurada cantidad de dulces, nos fuimos a bañar a la piscina, que habían preparado con niebla; y luego, dormimos en tienda de campaña. Fue muy divertido y las risas no faltaron en ningún momento. Gracias. 

Después del breve paréntesis, tocó volver a la rutina, a los deberes y al instituto y, sorprendentemente, no fue tan duro. Aquí estoy aprendiendo que hay que tener una mente positiva, y que valorar la suerte que tengo es básico; por eso, cuando veo la montaña de deberes sobre mi escritorio, me digo a mi mismo que soy afortunado de poder estar haciendo deberes de precálculo o Personal Finance y de poder estudiar en el instituto en el que estoy, al que ya pertenezco. No voy a mentir diciendo que no me da una pereza enorme pasarme la tarde haciendo problemas de matemáticas, pero siempre lo planteo desde otra perspectiva. Además, mi vida durante la mañana ya se está empezando a asentar, mis amigos me esperan delante de mi taquilla para ir al “lunch”, el tercer asiento a la izquierda en el bus amarillo ya es mío… todo es estable, al menos hasta que ocurra algo en breves que lo vuelva a "embarullar" todo. Estoy esperando. En el instituto, los profesores han cogido la desagradable manía de poner quizzes todas las semanas, lo que provoca un cansancio continuo, y también he vivido los primeros tests del año escolar; al final no ha sido para tanto, pero al principio asustan.

El viernes nos reunieron a todos los senior en el salón de actos durante Advisory para hablarnos de nuestra graduación y sus respectivos requisitos; la empresa organizadora también estaba presente y aprovecharon para exponer la amplísima gama de productos que podemos comprar; desde sudaderas "Class of 2019" hasta joyas como el anillo de la clase, pasando por la famosa toga y birrete, esto sin contar las invitaciones y anunciaciones personalizadas; en definitiva, sociedad consumista compulsiva.

Durante estos tres meses en América he tenido que buscar puntos de apoyo, aquellos que tenía en España, los tengo aquí también. Pero necesitaba algo nuevo, necesitaba comprensión, y no una comprensión externa, necesitaba alguien que estuviera en mi misma situación y es por eso por lo recurrí a los becados, hablar con Ainhoa, con Jorge, es refrescante, te pone los pies en la tierra, tanto si estás volando por las nubes como si estás hundido en lo más profundo del océano. Pero hay veces que necesitas a alguien aquí, que este contigo, y es cuando te sientas en la mesa internacional, cada uno tiene un punto de vista diferente, y nos ayudamos entre nosotros cuando hay turbulencias por el camino, ya sea el inglés, una asignatura, la familia o las ganas de ver a alguien más allá de en una pantalla; con ellos me he dado cuenta de que si quieres entender, entiendes, hables bien el idioma o no, con ellos no importa que el verbo esté mal conjugado, la acción siempre está ahí detrás.

Esta semana también caí en que Cross Country se estaba acabando, por mucho que quisiera estirarlo o negarlo. Mi última carrera fue la de la liga, pero después, seguí yendo a los entrenamientos, más que nada por que no aceptaba que se hubiera acabado. El equipo principal se estaba preparando para las competiciones del distrito y los entrenamientos siguieron como habían sido siempre, con menos gente; el número de personas iba reduciéndose con el paso de los días. Como recompensa por seguir entrenando, me permitieron ir con ellos al Distrito, no tengo problemas con mis notas, por lo que la administración no puso pegas, pero antes, acaeció Senior Night.

Senior Night se celebra para reconocer a los atletas de último curso que han corrido en el equipo durante su estancia en el instituto; además, los homenajeados, preparan un breve discurso para agradecer a sus padres por el esfuerzo realizado. Al final acabé hablando delante de todos. Los discursos de mis compañeros fueron muy emotivos, y cuando llegó mi turno, estaba temblando y al borde de las lágrimas; todo lo que llevaba dentro se liberó cuando empecé a hablar. La verdad es que ya ni me acuerdo de lo que dije, solo se que empece con "yo no puedo hablar de cuatro años, sólo de tres meses…" y que cuando acabe, medio equipo estaba llorando. Al sentarme, me sentí completamente transparente, como si hubiera enseñado quién soy yo desde dentro, como si ahora lo supieran todo de mí, vulnerable. Coach K nos dio unas cartas que había escrito para cada uno de nosotros y un pequeño regalo que para mí tiene más valor que cualquier diamante del mundo. Creo que esa noche nos unió aún más. 

La competición del distrito no fue como estaba planeada, desde el estallido de la pistola de salida de la primera carrera hasta que llegamos a casa no paró de llover, aún así, tres de mis amigos se clasificaron para el estado. Pero lo peor fue cuando tuve la inocente idea de pedir los deberes, ¿había perdido un día de colegio o un mes?. Me llevó toda una semana ponerme al día. De todo se sale. La buena noticia fue que los entrenamientos continuaban debido a la clasificatoria estatal.

Unos de los requisitos de graduación es haber realizado los exámenes estatales de matemáticas e inglés, por eso una mañana recibí una nota de dirección donde me comunicaban que había suspendido dichos exámenes y que tenía que repetirlos, cuando en verdad, nunca los había hecho. De todas formas, me apunté para realizarlos, sacrificando así dos días de clase. Yo pensaba que sería un examen de inglés normal, pero para mí, el maldito nunca acababa, estuve cuatro horas leyendo textos en inglés, analizandolos y contestando preguntas, y, cuando pensé que la pesadilla había acabado, la bibliotecaria me dijo que aún me quedaba por hacer el examen de redacción, que fueron dos largas horas más. Cuando llegué a casa el dolor de cabeza era tal, que sólo pude tirarme en la cama, cualquier contacto con el inglés me molestaba, a pesar de mis intentos, el idioma fue imposible de esquivar. Afortunadamente, el examen de matemáticas solo duró cinco horas, el problema aquí fue que no sabía el nombre de las monedas americanas y que la vigilante no entendió que no soy estadounidense, bueno, sí que lo entendió, pero no quiso ayudar.

Al mismo tiempo, los ensayos con la banda sinfónica de la universidad fueron pasando, estamos preparando las obras para el concierto de “Thanksgiving” y se pueden notar los primeros avances. Después del caos, necesitaba un día sin hacer nada (dentro de lo que es no hacer nada aquí), por lo que me esforcé al máximo para dejar todos los deberes hechos el la tarde del viernes y así tener el domingo libre, no lo conseguí, tuve que trabajar en el libro de inglés por la tarde, pero la mañana no me la quitó nadie.

Y finalmente, llegó el descanso con la deseada fecha del 31 de octubre: Halloween. Desde pequeño siempre había soñado con celebrar Halloween al estilo americano. Sueño cumplido. La ciudad estaba muy bien decorada. Ese día aprendí que los capítulos se cierran cuando tú quieres y no cuando están acabados; tuvimos el último entrenamiento de Cross Country, y lo celebramos con la "Trash Run", que consistió en correr por la ciudad tratando de encontrar el objeto más raro que pudiéramos, no os imagináis lo que los americanos dejan tirado por ahí... Fue muy divertido. Después de ducharnos porque, como de costumbre, llovió con gana, nos fuimos a Cathlamet, la pequeña ciudad donde vive mi abuela americana, y, donde todo estaba listo para hacer truco o trato. En nuestra casa llamaron al timbre más de trescientas veces, sin exagerar. Hubo disfraces de lo más originales, me gustaría haber sido más pequeño para poder celebrarlo con la ilusión con la que los niños pedían caramelos.

Resumiendo, hay que vivir y aprovechar todos los momentos, exprimirlos, abrazarlos con fuerza, para que luego, cuando hayan pasado, no nos quedemos con las ganas. Esto es como un suspiro y a la vez, hay días que parecen no acabar. Hay veces que me siento a hablar con mis padres, y me doy cuenta de que es domingo de nuevo, hay veces que no me acuerdo ni de lo que pasó ayer. Y es por eso, solamente por eso, por lo que tengo que respirar cada instante, inspirarlo con fuerza, aguantarlo tanto tiempo como necesite y espirar despacio sabiendo que el oxígeno siempre se quedará dentro.


¡LA AVENTURA CONTINÚA! 


Lucas Santos













2 comentarios:

  1. Sigue exprimiendo esos momentos, Lucas.La vida pasa como un suspiro. Un abrazo.( Marta)

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    Respuestas
    1. Muchas gracias Marta! Seguiré aprovechando la experiencia, por supuesto.
      Un abrazo, Lucas.

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