Esta quincena, algunos de los atletas de Cross Country y yo fuimos a hacer community service a uno de los bancos de comida de la ciudad, ese día hizo un frío horrible pero pasé un buen rato con mis amigos repartiendo yogures griegos y limonada. Después de un corte de pelo, con su respectiva charla con la peluquera, salimos hacia la casa de Marina, que celebraba una fiesta de Halloween, el tema era Harry Potter. Sus padres se molestaron un montón decorando y organizando juegos, búsquedas del tesoro y demás; parecía que estábamos en Hogwarts de verdad, hasta la comida estaba sacada de los libros. Tras comer tal desmesurada cantidad de dulces, nos fuimos a bañar a la piscina, que habían preparado con niebla; y luego, dormimos en tienda de campaña. Fue muy divertido y las risas no faltaron en ningún momento. Gracias.
El viernes nos reunieron a todos los senior en el salón de actos durante Advisory para hablarnos de nuestra graduación y sus respectivos requisitos; la empresa organizadora también estaba presente y aprovecharon para exponer la amplísima gama de productos que podemos comprar; desde sudaderas "Class of 2019" hasta joyas como el anillo de la clase, pasando por la famosa toga y birrete, esto sin contar las invitaciones y anunciaciones personalizadas; en definitiva, sociedad consumista compulsiva.
Durante estos tres meses en América he tenido que buscar puntos de apoyo, aquellos que tenía en España, los tengo aquí también. Pero necesitaba algo nuevo, necesitaba comprensión, y no una comprensión externa, necesitaba alguien que estuviera en mi misma situación y es por eso por lo recurrí a los becados, hablar con Ainhoa, con Jorge, es refrescante, te pone los pies en la tierra, tanto si estás volando por las nubes como si estás hundido en lo más profundo del océano. Pero hay veces que necesitas a alguien aquí, que este contigo, y es cuando te sientas en la mesa internacional, cada uno tiene un punto de vista diferente, y nos ayudamos entre nosotros cuando hay turbulencias por el camino, ya sea el inglés, una asignatura, la familia o las ganas de ver a alguien más allá de en una pantalla; con ellos me he dado cuenta de que si quieres entender, entiendes, hables bien el idioma o no, con ellos no importa que el verbo esté mal conjugado, la acción siempre está ahí detrás.
Esta semana también caí en que Cross Country se estaba acabando, por mucho que quisiera estirarlo o negarlo. Mi última carrera fue la de la liga, pero después, seguí yendo a los entrenamientos, más que nada por que no aceptaba que se hubiera acabado. El equipo principal se estaba preparando para las competiciones del distrito y los entrenamientos siguieron como habían sido siempre, con menos gente; el número de personas iba reduciéndose con el paso de los días. Como recompensa por seguir entrenando, me permitieron ir con ellos al Distrito, no tengo problemas con mis notas, por lo que la administración no puso pegas, pero antes, acaeció Senior Night.
Senior Night se celebra para reconocer a los atletas de último curso que han corrido en el equipo durante su estancia en el instituto; además, los homenajeados, preparan un breve discurso para agradecer a sus padres por el esfuerzo realizado. Al final acabé hablando delante de todos. Los discursos de mis compañeros fueron muy emotivos, y cuando llegó mi turno, estaba temblando y al borde de las lágrimas; todo lo que llevaba dentro se liberó cuando empecé a hablar. La verdad es que ya ni me acuerdo de lo que dije, solo se que empece con "yo no puedo hablar de cuatro años, sólo de tres meses…" y que cuando acabe, medio equipo estaba llorando. Al sentarme, me sentí completamente transparente, como si hubiera enseñado quién soy yo desde dentro, como si ahora lo supieran todo de mí, vulnerable. Coach K nos dio unas cartas que había escrito para cada uno de nosotros y un pequeño regalo que para mí tiene más valor que cualquier diamante del mundo. Creo que esa noche nos unió aún más.
Unos de los requisitos de graduación es haber realizado los exámenes estatales de matemáticas e inglés, por eso una mañana recibí una nota de dirección donde me comunicaban que había suspendido dichos exámenes y que tenía que repetirlos, cuando en verdad, nunca los había hecho. De todas formas, me apunté para realizarlos, sacrificando así dos días de clase. Yo pensaba que sería un examen de inglés normal, pero para mí, el maldito nunca acababa, estuve cuatro horas leyendo textos en inglés, analizandolos y contestando preguntas, y, cuando pensé que la pesadilla había acabado, la bibliotecaria me dijo que aún me quedaba por hacer el examen de redacción, que fueron dos largas horas más. Cuando llegué a casa el dolor de cabeza era tal, que sólo pude tirarme en la cama, cualquier contacto con el inglés me molestaba, a pesar de mis intentos, el idioma fue imposible de esquivar. Afortunadamente, el examen de matemáticas solo duró cinco horas, el problema aquí fue que no sabía el nombre de las monedas americanas y que la vigilante no entendió que no soy estadounidense, bueno, sí que lo entendió, pero no quiso ayudar.
Al mismo tiempo, los ensayos con la banda sinfónica de la universidad fueron pasando, estamos preparando las obras para el concierto de “Thanksgiving” y se pueden notar los primeros avances. Después del caos, necesitaba un día sin hacer nada (dentro de lo que es no hacer nada aquí), por lo que me esforcé al máximo para dejar todos los deberes hechos el la tarde del viernes y así tener el domingo libre, no lo conseguí, tuve que trabajar en el libro de inglés por la tarde, pero la mañana no me la quitó nadie.
Y finalmente, llegó el descanso con la deseada fecha del 31 de octubre: Halloween. Desde pequeño siempre había soñado con celebrar Halloween al estilo americano. Sueño cumplido. La ciudad estaba muy bien decorada. Ese día aprendí que los capítulos se cierran cuando tú quieres y no cuando están acabados; tuvimos el último entrenamiento de Cross Country, y lo celebramos con la "Trash Run", que consistió en correr por la ciudad tratando de encontrar el objeto más raro que pudiéramos, no os imagináis lo que los americanos dejan tirado por ahí... Fue muy divertido. Después de ducharnos porque, como de costumbre, llovió con gana, nos fuimos a Cathlamet, la pequeña ciudad donde vive mi abuela americana, y, donde todo estaba listo para hacer truco o trato. En nuestra casa llamaron al timbre más de trescientas veces, sin exagerar. Hubo disfraces de lo más originales, me gustaría haber sido más pequeño para poder celebrarlo con la ilusión con la que los niños pedían caramelos.
Resumiendo, hay que vivir y aprovechar todos los momentos, exprimirlos, abrazarlos con fuerza, para que luego, cuando hayan pasado, no nos quedemos con las ganas. Esto es como un suspiro y a la vez, hay días que parecen no acabar. Hay veces que me siento a hablar con mis padres, y me doy cuenta de que es domingo de nuevo, hay veces que no me acuerdo ni de lo que pasó ayer. Y es por eso, solamente por eso, por lo que tengo que respirar cada instante, inspirarlo con fuerza, aguantarlo tanto tiempo como necesite y espirar despacio sabiendo que el oxígeno siempre se quedará dentro.
¡LA AVENTURA CONTINÚA!
Lucas Santos
Sigue exprimiendo esos momentos, Lucas.La vida pasa como un suspiro. Un abrazo.( Marta)
ResponderEliminarMuchas gracias Marta! Seguiré aprovechando la experiencia, por supuesto.
EliminarUn abrazo, Lucas.